Entendamos por «Milagro», aquél suceso, resultado o acontecer que además de improbable, desdice de cualquier probabilidad estadística o deja de ser susceptible al método científico. Hechos asombrosos, y con las anteriores características, existen y han existido desde que el mundo es mundo, y seguro, cuando hemos abierto el corazón, por lo menos una vez en la vida, hemos sido testigos atónitos de uno de ellos.

Quienes asumen hechos como éstos, dentro de una dinámica natural, dado que existir, crearnos, nacer, es, sin duda, el gran milagro; afirman que éste, es siempre lo que se produce luego de un estado de «Auténtica rendición» es; sí y sólo sí, lo que acaece luego de sacar la mente o desenchufar a nuestro pensador.

Las iglesias, los templos, las vírgenes, los santos, las deidades de todas las religiones o creencias, están llenas de testimonios milagrosos y, sin quitarles el mérito y poder que les pudiera corresponder; cabe destacar que en la interacción, la fuerza, y el poder de quien «Se arrodilla», entendiendo esta postura, no como algo simplemente corporal, sino un arrodillarse de mente, de corazón y de alma, para así dejar que la tan mencionada sincronía haga lo suyo. Ahí, y sólo ahí, estará actuando la fuerza del milagro.

Creo que para que la rendición tenga sentido deberíamos entender tres cosas importantes: 1) Lo que ocurre no es contra ti, ni es fortuito: encuentro personas con la idea de que una enfermedad o tragedia, en ellos, o en alguien, sigue siendo como un encuentro casual de «Mala suerte o terrible destino» esto, además de ser falso, es muy injusto para quien lo sufre. Lo que a nosotros nos ocurre, tiene sentido sólo en quien lo sufre y será para ese ser oportuno (de oportunidad) y nos estará gritando muchas cosas, pero sobre todo, llamando a algo que siempre comienza por: rendirnos. 2) Todo lo que nos sucede puede matarnos o reforzarnos: la decisión es sólo nuestra, y requiere que dejemos a un lado nuestra soberbia, necesidad de explicar, y deseo de victimizar o victimizarnos. 3) La mente solo recuerda y analiza, el cuerpo experimenta y siente, el alma observa conoce y sabe: si dejas que tu contacto sea guiado por la mente, ella sólo recordará los dolores del pasado o las referencia de dolor, lo que te aterrará y te paralizará, dejando que ella sea la guía el proceso, dejando al milagro, como algo que le ocurre a otros. El encuentro con tu alma se produce con la rendición, con la fuerza y poder del que entrega porque se sabe milagro en sí mismo, por eso, arrodillarse adentro, de verdad, es lo más cercano a dejar a que el alma nos guíe.

Por todo esto, bien reafirma Neale Donald Walsch, autor de las conversaciones con dios, entre otros, que: el alma es la parte de dios, que se encuentra más cercana a ti.

Y yo, me permito ratificar: arrodillarse es la forma mas fácil y autentica de ratificarnos en el poder del milagro que somos.

Los quiero, hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga