Hablar de la infidelidad, se convierte en algo difícil y complejo, por sus múltiples aristas, motivaciones y circunstancias. Sin embargo, quisiera aprovechar esta oportunidad para puntualizar cosas muy importantes en este tema, que no sólo se circunscribe a la pareja, sino que toca a todas las relaciones naturales o escogidas. Una buena definición de infidelidad pudiera ser: El rompimiento o incumplimiento de un pacto o acuerdo, expresamente establecido entre ambas partes. Aquí está el primer problema: Cuántas parejas, socios, amigos, empleados, se sientan con el corazón abierto a preguntarse: qué es para uno y para otro la infidelidad; cuándo y en qué circunstancias, se sentirían traicionados, y cómo hacer para tolerar, negociar o simplemente discutir la posición de otro, ante un hecho que cause dudas o se parezca a una infidelidad. Por lo tanto, lo primero sería arriesgarse a sentarse y hablar, a corazón abierto acerca de este difícil y subjetivo tópico, para así intentar llegar a un acuerdo viable, donde conozcan nuestros límites y nosotros conocer los de la otra persona o grupo.

En una relación de pareja, la infidelidad es el efecto de algo, no la causa y, normalmente surge de estas tres razones claras: en el hombre: 1) Insatisfacción sexual, 2) Desamor, 3) Aburrimiento; mientras que en la mujer es: 1) Desamor, 2) Aburrimiento, 3) Insatisfacción sexual.

Me voy a permitir ahondar en ellas para que esto no suene a recetita de revista del corazón.

La Insatisfacción sexual, viene referida, más que al coito, al orgasmo, o a la eyaculación; a la intimidad, en la cultura actual el ser, sometido a tantos estímulos sensoriales, ha perdido totalmente el camino al «Arte de intimar», que puede patentarse en el: escuchar, sentir, observar, estimular, por eso los manuales sexuales, los Kamasutra, se quedan cortos y se vuelven, al poco tiempo, inoperantes, frente a la necesidad de amor y la poca compensación que de él tenemos. En el hombre específicamente, recordemos que entra al amor a través del sexo y la mujer, entra al sexo a través del amor, por lo tanto, son caminos distintos, que sólo se encuentran cuando la intimidad tiene cabida.

En el desamor, soy de los que creo que el amor nunca se acaba, simplemente se transforma, y a veces, busca transformarse, cuando no encuentra asideros, ni caminos para crecer. Para esto, mi más sentida recomendación es afinar la posibilidad de crear crisis, esto, no implica volverse quejoso, ni conflictivo, es una invitación a oír el corazón, y a poder plantear lo que siento, sin tapujos, poniendo el peso de la responsabilidad en mí, y simplemente pidiendo apoyo. A cada crisis, bien llevada, en una atmósfera de amor y de apoyo, los componentes se desordenan y buscan nuevo orden en la relación.

Casi lo mismo diría para el aburrimiento, no se trata de siempre hacer cosas distintas afuera, esto puede aburrir de tan distinto, pues nada tiene resonancia dentro de los que conforman la pareja, se trata de abrir los corazones, escucharse y poderse comunicar, a veces, hasta con el riesgo, de romper la aparente armonía, para entrar en la sangre y vísceras de la relación, esto garantiza calidad y plataforma para crecer. Recuerda siempre, que una relación es buena, sólo cuando te permite crecer.

Los quiero, hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga