Quizás la memoria, sea ese elemento que intentamos preservar, que quisiéramos modelar y programar, pero que siempre se sale con la suya, y guarda en sus archivos secretos, memorias, que pagaríamos cualquier cosa por no volver a ver, vivir y menos recordar. Una de las fantasías más frecuentes de los pacientes que acuden a terapia, es la súplica de que le borren, igual que la canción: -«Hazme olvidar, te lo suplico; hazme olvidar». Esto, no sólo es fantasioso, sino que atenta contra nuestra naturaleza, contra milagro que somos, menosprecia el gran bastión de un ser humano: su capacidad de transformar.

Varias veces, me he referido al perdón, nunca como olvido, sino como esa energía liberadora que despoja a un suceso, individuo o circunstancia, del daño o «Mala intención», dejando la experiencia, como forma evolutiva de crecimiento y aprendizaje. Pretender, como se dice por ahí, que el perdón es olvido, es sencillamente exponerse, de nuevo, al mismo daño; y negar la evolución.

Nosotros, somos seres bío-míticos, lo que nos hace biológicos, históricos, y parte de una historia que vamos protagonizando, que nos reconforta, nos refuerza, debilita, saca a cada una de nuestras personalidades, y nos madura a besos o a golpes, dependerá esto, de la resistencia que pongamos. Pero todos esos sucesos, traumáticos o no, nos han traído hasta aquí, nos sirven y servirán, nos harán crecer o derrumbarnos, pero todo cabe en el espectro de lo que somos, y en este espacio ilimitado que llamamos vida. Lo maravilloso está en la luz que le pongamos a cada historia, y algunas, no son nada fáciles de iluminar, sin embargo, alguna ventana abrirá, para ahora, abrir los ventanales y dejar que el sol las haga brillar y el aire las oxigene.

Por todo esto, me parece desatinado, prometer a un paciente sanación, vista ésta, como borrar el contenido emocional, el suceso, y que nunca más éste perturbe, en una suerte de inutilización, dando como un hecho, que ya esta situación no le sirve, a quien otrora, la protagonizara. Todo sirve siempre, todo, al transformarse. Da nuevas luces y se integra en la historia natural de un ser, para prestarle una mano en esto que llamamos crecimiento y que es sinónimo inequívoco de estar vivo. Hasta la basura, al descomponerse sirve de alimento a otras especies para que la cadena de vida, se equilibre.

Cuando me he referido a la muerte, he repetido, que ésta, nunca se opone a la vida, simplemente es oposición del nacimiento, porque basta recordar a alguien que ya no está en su cuerpo, para que lo volvamos a ver, a sentir, a recordar, por lo tanto muerte, es transformación, y se opone sólo a nacimiento; la vida sigue, y solamente la habremos matado realmente con el olvido, y éste no cabe en el amor.

Cuando hablo de cerrar ciclos, siempre uso la misma introducción, que hoy me sirve de corolario: «El amor jamás se acaba, simplemente se transforma, esta verdad es difícil, pero importante, por lo tanto, no intentes olvidar a nadie que marcara, bien o mal tu historia, simplemente «Transforma tu memoria» y coloca a ese ser, en un lugar del corazón, donde no te impida ser feliz hoy, ahí estará tu grandeza».

Los quiero, hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga