Ananké es la figura mitológica que representa la necesidad; viene unida a Eros y establece una unión que desemboca en dolor. Se dice que en el beso, Eros se anuda a Ananké y crean el nudo o atadura para abrir en los amantes, lo titánico y lo prometeico, por lo tanto el sufrimiento y la angustia. Esta metáfora, extraída de Eurípides, es muy importante para un mundo y una cultura que se mueve desde y con la necesidad como bandera. Entendemos todos los sentimientos y relaciones con frases como éstas: -«Ya no puedo vivir sin ella (él)», «Mi vida ahora tiene sentido porque él o ella están», «Yo no sabría vivir sin él o ella». Esto, en el terreno de lo afectivo, pero yo les preguntaría ¿Cuántos de sus movimientos diarios y sus motivaciones cotidianas no están motorizadas por la necesidad?

Los cuerpos de seguridad más prestigiosos del mundo han expresado lo difícil que se les hace la negociación con los grupos terroristas o secuestradores islámicos, y esto se debe que, a diferencia de otras organizaciones occidentales, cuando éstos someten a sus víctimas sólo esperan el premio que su dios les dará a cambio después de su muerte, por lo tanto carecen de necesidades mundanas. ¿Cómo negocias, qué elementos intercambias, qué argumentos utilizas, cómo conmuevo, si en este plano de la vida, la única necesidad de los terroristas suicidas es cumplir su misión de matar, volar un tren, carro o unos cuerpos?

Por lo tanto, aquél que conoce y puede transformar su necesidad en el caso de cualquier confrontación, negociación, diálogo, petición, venta o relación tendrá el control de ella. No se asusten cuando hablamos de control, en la entrega pasada, me refería a la misión de vida, y hablaba de servir, por lo tanto, todo servidor necesita de un espacio de control para ejercer su servicio. ¿Imaginan un salvavidas si no ejerce control sobre el que se ahoga, o un odontólogo que no aplique control sobre el paciente para utilizar el taladro, o el cirujano mientras abre y sutura? Sin control sería muy difícil ejercer el servicio y, por lo tanto, cumplir la misión para la que hemos crecido, no importa a qué nos dediquemos en la vida.

Por eso hablaba en el artículo pasado de lo importante de convertirnos en padres, hijos, amigos, amantes, vecinos y empleados servidores, porque esta sola actitud cambiaría por completo las actitudes defensivas, los argumentos de choque, las mentiras, los secretos inservibles, las etiquetas, los juicios y todo un mundo de instrumentos que sólo aumentan nuestras angustias y nos dejan presos en Ananke.

Entonces, reconozcamos nuestras necesidades que, al llevarnos a la urgencia, nos ponen de espalda a nuestra misión de vida, y por ende, al amor. Comencemos a ver en cada necesidad un dolor encubierto, por lo tanto, la culpa, el resentimiento, la decepción y la sensación de dar siempre más de lo que recibimos, serán nuestros enemigos más visibles y constantes de todo lo que realmente queremos.

En la próxima entrega, les hablo de los cómo operar, transformar y vivir las necesidades.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga