Yo, con dos libros a medio escribir, con un programa de televisión y uno de radio, en medios antagónicos en sus posturas editoriales, tenso por un país deprimido, y con un paro nacional comenzando; me encontré una tarde con Daniel Duque, un joven colega comunicador, ansioso de conocimiento nuevo, y que soñaba con la escritura como oficio; sin saberlo, al poco tiempo estaría envuelto conmigo en un viaje guiado por un hilo hacia el alma.

Cuando conversamos, me dijo que sabía quién era yo, sin embargo, jamás me había visto, ni oído, en los medios. Me dijo que le gustaría saber de qué se trataba mi trabajo del cual tenía opiniones diversas. Yo le dije que, al otro día, me venían a buscar de Hogares Crea, para dictarles una charla vivencial, y que no había mejor descripción de lo que yo hacía que la de experimentarlo. De esta forma, Daniel se convertía en mi público más crítico y mi asesor más agudo. Un día apareció con un grabador y me dijo: -«Te he oído hablar de tanto, en tan poco tiempo que siento la necesidad de que el mundo participe de todo esto y poderle contagiar el entusiasmo que le pones a lo que haces».

Paralelamente, el país se movía en sus propias entrañas, entre dolor, esperanzas, y la sensación de incertidumbre. Yo también me cuestionaba, sentía que algo estaba vencido en mi interior, mientras, paralelamente, algo nacía. Decidí dejar los medios, había demasiada diatriba política radicalizada para hablarle al corazón. Este fue un duelo difícil, siete años consecutivos, clientes abiertos a mi regreso, y mi negativa era un grito desde lo más hondo de mi ser, que me llevaba a seguirlo. A la vez Daniel leía mis libros anteriores, revisaba videos, oía audio-libros y formulaba preguntas que me hacían viajar desde mis estudios de astrología, mis inicios terapéuticos, mi área docente, mi etapa de actor y ámbitos que tocaban lo más hondo de mí, quizás para sintetizarlos, quizás para reciclarlos, pero algo tomaba forma y se hacía lenguaje y expresión.

Un día, por e-mail, Duque comienza a mandarme resúmenes de las trascripciones hechas, habían avanzado los meses, pero la dinámica de preguntas y respuestas se agudizaba, y el título que ponía en los correos y en las carpetas era: RESUMEN LIBRO. En un momento, con el propósito de corregir, me siento a leer el material y descubro con asombro que la calidad de lo que se dice, de cómo se dice, merecía mejor atención y enriquecimiento; ahí estaba todo el transcurrir de un discurso, de algo vivo, de un ser que saltando se topó a sí mismo y, luego del susto, decidió abrazarse. Y todo esto, desde la lente de alguien que, en sus veinte años, la vida había tironeado para asomarse a otra ventana.

En este momento el libro está escrito, jamás lo hubiera pensado así, se escribió a sí mismo, a dos manos, a punta de acuerdos y desacuerdos, y el entusiasmo unió a dos esperanzados en medio de la desesperanza. Para ti lector es simplemente un viaje, un periplo por opiniones, puntos de vista, poesías, maestros, con una dosis de convencimiento de que: EL ÚNICO CAMINO AL AMOR ES EL AMOR. Ahora te toca a ti, es la más amorosa invitación a enredarte en este HILO HACIA EL ALMA.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga