Si bien el término déficit es acuñado por el sector financiero más que por el psicológico, su significado de desequilibrio, descompensación o desigualdad es perfecto para lo que les quiero exponer hoy. Uno de los valores o cualidades que hay que ver con cuidado es la generosidad: aquí, muchas veces, se conjugan las mayores inseguridades, los más escabrosos juegos de poder, escondidos bajo el manto impoluto de un ser generoso o desprendido, dejando en déficit a todos a su paso y creando un desequilibrio muy difícil en su ámbito afectivo y relacional.

Jazmín es una talentosa y muy preparada fisioterapeuta que el otro día, a propósito de un café que nos debíamos para conversar, me contaba que estaba muy angustiada porque se había dado cuenta que no sabía «Abrirse a recibir». Mi inmediata reacción soltó la pregunta consecuente: «¿Cómo así?» y ella, realmente contrariada, me contó que se trataba de una buena señora que había enviudado y poco después su única hija se casó y se fue a vivir al interior del país; ella tenía problemas en la cadera y mi amiga la veía semanalmente, a lo que la mencionada paciente se esmeraba en hacerle llegar, casi día por medio, flores y costosos regalos en un gesto de agradecimiento que tenía a mi amiga sofocada y muy nerviosa. Me dijo: «Se lo he expresado, pero me da pena, es impresionante, no puedo decir nada y como atiendo en mi casa, aprovecha para ver qué falta y ni te imaginas el precio de los regalos. Y lo peor, es que me paga completo y si le digo que me permita obsequiarle un tratamiento o masaje, se ofende».

Le expliqué a Jazmín que dejara las tonterías del merecimiento, que muy poco juegan en este caso, y se diera cuenta que estaba en manos de una señora muy necesitada de afecto y atención y que ésta utiliza el avasallamiento para conseguirlo. Mi amiga me interrumpió diciéndome: – «Sí, me llama en las madrugadas llorando porque dice que mi voz la calma».

– Ahí ves, le dije, como uno, cuando trabaja con gente, así como no puede permitir ser invisible para el otro, tampoco debe permitir, independientemente de la buena intención, el avasallamiento, pues crea un desequilibrio en la relación; y allí el amor no encuentra entrada, ni fluidez.

La generosidad comienza siempre en una consciencia clara de que una relación funciona y crece sólo en el equilibrio, y esto es algo que se siente y se hace sentir; de lo contrario, comienza el estrés de los juegos de poder que terminan pervirtiendo cualquier relación. Evitar estar en déficit en las relaciones con otros es una muy sana estrategia para vivir y crecer.

Lo que le recomendé a Jazmín fue hablar con ella y pedirle una pausa, y si se pone a llorar y/o se ofende, entender que ese contenido es de la señora, de lo contrario, seguiría confiscada al poder que otro ser «Generoso» ejerza sobre ella, sabiendo que el poder no tiene límites, menos aún cuando viene envuelto en lástima o en bondad. ¡Cuidado!

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga