Luego de tanto oír acerca de lo virgen y lo inmaculado, me atrevo a pensar que el concepto no se presta a confusión. Traigo este título para referenciar ciertos matices de carácter espiritual que, al meterlos en el diario vivir, tocan lo tonto, lo irresponsable, y en nada nos aporta crecimiento, madurez y oportunidades.

He notado, con asombro, una cierta tendencia virginal que osa confundirse con lo ingenuo, y que dista mucho de ello. Entendamos por ingenuo aquello que no suponemos, que ignoramos de su existencia, de lo cual no poseemos experiencias vividas, oídas o referenciadas. Por ejemplo, si usted está como turista en un país nuevo, podría ser ingenuo que transite por una zona de alta peligrosidad, y sea esta propia ingenuidad quien lo saque ileso del trance. Pero es algo virginal que alguien que vive hace tiempo en Caracas pase por una zona roja, con sus joyas expuestas, bajo el lema más común de la estupidez espiritual: – «Yo paso por donde sea, a la hora que sea, porque yo estoy protegido y a mí nada malo me pasará». A esa virginidad me refiero, que no es otra que considerar eminentemente «Buena» a la raza humana y dormirse en esa convicción: cuando despiertes de tu sueño virginal, seguramente te encontrarás como en el paraíso: desnudo y sin nada, porque tu bondad te dejó a las anchas de quienes, en su bondad también, acabaron con lo tuyo.

Creo que todo esto se escuda en un evadir el ponerle «Manos a la obra» a lo que me corresponde. El otro día una amiga llegaba de viaje y fui a su casa, cuando llegué estaba deshaciendo maletas y vi que sacaba unos inmensos potes de vitamina C. Le pregunté que por qué tanto, y me contestó contundente: – «Para que no me dé gripe». Al mes, íbamos a almorzar y me llamó que no podía ir porque había amanecido sintiéndose malísimo por una gripe muy fuerte y me dijo: – «Amigo, así será este virus que no se resistió a la carga de vitamina que yo consumo». Yo sólo reí porque, si bien es válido tomar vitaminas y suplementos, no deja de ser algo virginal pensar tomarlos para que no me dé algo, porque eso depende de un montón de factores que yo dejo de lado.

Quizás lo virginal sea una forma de soberbia en nosotros. Así, creo que ahora, en medio de navidades, nuevo año, regalos, deseos, nos haría bien ensuciarnos un poco de la vida y poner manos a la obra a lo que nos corresponde.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga