Cuando llegamos al final de un camino, de una carrera, de una película, de una situación; es obligatorio detenernos, hacer nuestro lo que está sucediendo y dejar que la emocionalidad sea tocada por esta particular circunstancia. Así, en segundos, podemos reestructurar lo que haremos con esto, y veremos cómo abrimos un comienzo. Este proceso puede pasar en segundos, y muchos pasan inadvertidos, haciéndonos inconscientes de lo que está ocurriendo y dejando todo el movimiento emocional en un plano silente.

Ahora, ante el final de un período de trescientos sesenta y cinco días, sus pesares, sus sorpresas, cambios, rutinas, locuras, oportunidades, errores, amores y desamores; se nos presenta en su término, en un resumen, en un balance necesario que nos permitirá saber que otros aires llegan, otros bríos, otras posibilidades, todo con la certeza de quien cierra, por lo tanto, deja cosas en remojo, y aliña otras para mañana. Y llega un nuevo año, una nueva energía, donde nada podremos tampoco controlar, pero sí saber que podemos transformar las experiencias en posibilidades; para ello, nos tocará crecer, cocinar la vida; esta cosa milagrosa y difícil que comienza y termina en cada uno de nosotros.

Nuestra inconsciencia de cierres e inicios, nos coloca en una difícil posición ante lo nuevo, debido a una ceguera ante el saber dónde me encuentro, tanto en la línea del tiempo, como en la de mi propia vida. Te propongo que, tanto los últimos días del año, como los primeros, te permitas reflexiones sencillas, pensar y traer las experiencias vividas en los días del año que termina, ver cómo transitan en ese viaje de la mente al corazón, observar si están cerradas, o las llevas al día para continuarlas. Otra cosa importantísima es que puedas agradecer, tantos días vividos llevan consigo lo bueno y lo no tan bueno, por lo tanto, bajar la cabeza y agradecer, es un acto de rendición muy importante que te libera y te da otra visión de los hechos y sus protagonistas.

Y en los primeros días, cuando el año asoma su fuerza, trata de hacer un acto de purificación: un día de ayuno de frutas, o vegetales, detenerte en sitios donde comulgues con la naturaleza, limpiar tus closets, gavetas, archivos, etc. Así, te unirás a la fuerza de los comienzos y podrás conjugar ganas y posibilidades. Ah, y no te olvides de focalizar, y no hay mejor herramienta para ello que nuestro Mapa del Tesoro.
FELIZ 2007.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga