Se llaman asimétricas aquellas relaciones que revelan marcadas diferencias en edad, status, cultura, experiencia, poder adquisitivo, etc. Y estas diferencias van marcando formas particulares en el desarrollo del amor.

Recibo muchos correos de personas de cualquier edad que expresan: «Me enamoré de un hombre menor que yo. Me enamoré de una mujer sin ninguna instrucción. Estoy viviendo con un hombre sin modales. Estoy casado con una mujer de quien podría ser abuelo. Me enamoré de un hombre culto y de mundo, y me siento marginada en sus conversaciones, en sus grupos de conocidos y más en su familia. Estoy casada con un hombre a quien le triplico el sueldo, y él sin la más mínima aspiración. Me enamoré de una mujer rica, y ahora me siento malísimo cuando ella paga todo, porque para mí, con lo que gano, sería imposible».

Mientras estamos en la etapa de la ilusión, puede que estas diferencias pierdan importancia, y por el contrario, ganen exotismo y hasta desfachatez, pero recordemos que la energía relacional no nos deja ahí, ésta va a transformarse inevitablemente. Es allí donde cada una de estas diferencias se llena de peso, a veces difícil de cargar.

En lugar de lo que siempre se dice, soy partidario de que las diferencias siempre se hagan presentes, el intento de disfrazarlas o de manifestar que todo está bien así, para nada ayuda en este «Cocinar perenne» que implica una relación de pareja. Cuando hablo de hacerlas presentes me refiero a conversar, a expresar los miedos, establecer acuerdos y negociaciones que, sin anular al otro, nos permitan vivirlas.

Hay asimetrías que pueden, con el tiempo, llegar a tener cierta simetría, tal es el caso de las diferencias económicas, culturales, de referencias; otras en cambio estarán siempre en el plano de la asimetría, como por ejemplo la edad o la experiencia, y hay que aprender a vivir con eso.

Cabe destacar que la asimetría para nada representa una mala estadística, creo que las relaciones tienen muchísimos escollos más complejos y difíciles, pero lo importante es que, cuando acaba la ilusión pasional… ¿Con qué manos vamos a agarrar esas diferencias, porque si nos las agarra el PODER en cualquiera de sus máscaras, que es lo más común, el vínculo se debilitará sin remedio y terminaremos resentidos y con la sensación de abuso entre pecho y espalda.

Vive tu relación, ésta siempre hablará de ti.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga