Imaginémonos en un carnaval de deseos: la mujer de aquél, el apartamento de éste, un yate de muchos pies, un carro exclusivísimo, una pareja bellísima, los muebles que vi ayer en la tienda, la ropa de marca que veo desfilar en la tele. Cuando doy conferencias acerca del Mapa del Tesoro, menciono esto con énfasis: imaginemos que llega alguien y te da ese yate que ves a diario cuando vas a tu casa, a ti, que el sueldo que ganas, luego de mucho estirar, apenas te alcanza. ¿Sabes cuánto cuesta mantener una embarcación de ese tamaño, cuán prioritario es para ti, tu familia y tu vida? Igual lo puedes hacer con cualquier deseo que en lugar de pasar por ti, pasa por algo superficial que te sobrepasa siempre, poniéndote a invertir una energía muy poderosa en algo que sólo te hará esclavo. Imagina que te ganes o te regalen un carro cuando no sabes manejar, ni tienes un sitio donde estacionarlo, seguro el deseo se torna en pesadilla.
Cuando me refiero al Mapa, hablo de una «Herramienta infalible de focalización» porque a diferencia de otras, buenas, por demás, es que cuando plasmas lo que realmente quieres, te ves obligado a detenerte, en principio, a priorizar los deseos en tu vida, a encontrarles el cómo, en qué circunstancias, el cuándo; a preparar, en fin, el terreno idóneo.
Por eso el desear, se tiene que convertir en «Acción focalizada», y aquí las leyes universales de la atracción, materialización, causa efecto toman el mando del deseo.
Explico siempre que no tenemos que enredarnos cuando deseamos algo realmente, es lo que le ocurre a la mujer cuando se embaraza; nos preñamos del deseo y comienza el viaje a la materialización, pasando por lo humano en nosotros, por lo tanto surgirán los miedos, las negaciones, las angustias y cada quien les hará frente con las herramientas que tenga, pero esto es necesario para que el nacimiento sea lo esperado o mejor. Por eso, pido que los Mapas lleven siempre estas palabras: esto o algo mejor ya está sucediendo en mi vida ahora, en armonía para todos y de forma perfecta. Gracias Padre.
Porque, siempre, primero Dios.
Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga