Continuando con nuestro tema de los problemas y qué hacer con ellos, es importante recordar que eliminarlos es otra gran ilusión que sólo ayudará a que la ansiedad se haga cargo y desde nuestra ingenuidad seamos testigos de su reaparición en otra forma igual de incómoda; esperando de nosotros, de nuevo, las mismas respuestas, convirtiendo esto en un perseguirse la cola interminable.

En principio, sería útil entender que la vida se manifiesta en polaridades. Por ejemplo, cuando nos contagiamos de gripe, imaginamos un eje con dos polos, uno salud y otro enfermedad; ayer, la luz iluminaba el polo salud, nos sentíamos bien; hoy, amanecimos congestionados, con dolor en el cuerpo, es decir, el cenital que iluminaba salud, ahora ilumina a enfermedad, y deja la salud en penumbra. Así, cuando hay disponibilidad y fluidez económica, la luz muestra este aspecto, pero cuando nos llega una cuenta no esperada y nos indispone el presupuesto, la luz cambia de polo e ilumina el de la limitación económica.

Por todo esto, es ingenua la idea de exterminio, pues puedo cambiar las circunstancias, las condiciones, pero los ejes siempre estarán ahí, iluminando sus polos, en una dinámica que tendrá siempre que ver con mi poder transformador.

Entendido esto, se puede inferir que cuando se nos enciende el polo de enfermedad, es también una oportunidad: ahora en condiciones distintas, se nos muestran aspectos de nuestro vivir poco manoseados, y que pueden integrarse en formas desconocidas.

En una discusión fuerte con un amigo que enciende el polo del conflicto, puedo ver aspectos de esta amistad en mí desconocidos, por ejemplo: lo importante de su opinión, lo mucho que me duelen sus juicios, lo tanto que lo quiero, lo difícil que es estar distanciados, y díganme si no ése es un excelente caldo de cultivo para reforzar la amistad. O, si se rompiera, para valorar mi sentido de la amistad.

Por todo esto, hagamos, también de los problemas, oportunidades únicas para descubrir tesoros ocultos en nosotros.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga