Como ustedes saben, el perdón ha sido un tema fundamental no sólo en mi temática como conferencista y terapeuta, sino en mi propia vida; me ha tocado con él, como con muchas cosas, hacer el complejo y largo viaje de la mente al corazón, y por ser ustedes, a sabiendas o no, compañeros de mi viaje y yo del de ustedes, me permito compartirles cada hallazgo, cada posibilidad, cada nueva luz que un tema tan importante para todos pueda darnos.

No es malo repetir que en la morfología de la palabra se revela su trascendencia, PER significa máximo y DON, significa regalo, el máximo regalo, por ello, acerquémonos a ver aristas más humanas de este regalote.

El perdón es la acción de quitarnos el peso de exhibir una herida que en cada recuerdo la rociamos de sal; de ir cicatrizando y purgando el dolor y la incomodidad, para andar por la vida más ligero. Como el propósito de no seguir vinculado a qué o a quién se supone nos ha dañado, porque recordemos que nadie está más vinculado a mí que aquél que de sólo recordarlo me descompone; ese ser no sólo está más vinculado que mis amores más profundos, sino que tiene un poder sobre mí que quisieran tener aquellos que me quieren bien.

Si coincidimos en estos conceptos, comencemos nuevas consideraciones. El perdón, humanamente constelado en nosotros, es proporcional al hastío y al peso que genera el resentimiento, por lo tanto, para nada es ni puede ser automático, es algo que crece en respuesta al dolor de la herida y a lo que nos quema la ira. Por lo tanto, necesita proceso y cocción por parte de nosotros para que lo que surja de esto sea honesto, claro y contundente.

Por otra parte, es imposible que sea igual a olvido; aunque olvidar ciertos detalles y dolores sea un ingrediente. Es importante mantener el hecho en nuestra memoria, porque eso crea, en sí mismo, sus propias defensas y posibilidades que darán las herramientas para próximas vivencias.

Si deseas hacer alguna de las múltiples dinámicas del perdón que muchos motivadores o yo mismo he recomendado, no olvides antes escribir en papel qué te ha enseñado la experiencia, y qué es aquello que aprendiste a no volver a repetir.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga