Qué dilema representa el estar peleando, con la necia necesidad de agrupar, encasillar o simplemente clasificar a los seres en un afán por definirlos, explicarlos o excomulgarlos de nuestra matriz personal. Así, es común que la gente, incluso la que me quiere, me diga: «Eso en lo que tú estás…», «¿En qué?» respondo, y me hago cientos de reflexiones, ¿Se referirá a drogas, contrabando, satanismo o a qué?

Así mismo, es importante para ellos ubicarte en algo en lo que parezcas inofensivo como para desecharte; o absurdo, para anular lo que pudieras decir. Todo esto, entiendo que sin mala intención, para manejarnos dentro criterios ordenados que nos impidan aventurarnos a escuchar, sentir o reflexionar acerca de otras cosas.

En una oportunidad me dieron el honor de participar como ponente en un congreso internacional. Yo expondría en la tarde del primer día, y me apeteció irme en la mañana para ver el planteamiento de los otros conferencistas; una vez terminada la jornada matutina, fui al baño y me metí en uno privado porque quería arreglarme la camisa en el pantalón, cuando llegan dos caballeros, al parecer, parte del público asistente, y uno le comenta al otro: «Ahora le toca a Fraga». Su compañero le responde: «Ese tipo habla bien, pero no estoy de acuerdo con lo que dice». El interlocutor le contesta: «Pero qué es lo que dice, de qué habla él, tú has leído alguno de sus libros?». «No, ¡qué va!, te digo que no me gusta». El otro insistía: «Y ¿cómo lo sabes, si no has leído, ni oído nada de él?». El primero, con la paciencia colmada, ripostó «Porque lo sé chico, porque lo sé, y no me gusta». Esperé que se fueran y salí reflexivo.

Situaciones como éstas, en el trabajo de alguien público, son inevitables. Y no se trataba de entrar a la sala y convencerlos de que soy una maravilla, sino de nuestra necesidad de clasificar a los otros con el mínimo esfuerzo por conocer lo que los mueve, y luego tomar posición.

Una amiga siempre me dice: «Amigo, recuerda que hagas lo que hagas, te pongas donde te pongas, la mitad de los seres siempre te van a amar y a aprobar, y la otra mitad te va a criticar, así que ante tal estadística, haz lo que te dé la gana y ríete de la vida».

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga