En días pasados toqué el tema de la traición, y como es costumbre, llegó un momento que la atmósfera de la sala se podía cortar con una navaja, esto debido a lo duro del tema.
Cuando abordo tópicos como éstos evito, en lo posible, ponerles marco moral, lo cual nos permite -así creo y espero- ver las muchas aristas que, por ejemplo, la traición tiene y los puntos de vista tan disímiles del traicionado y del traidor.
Evidentemente, por esta calle hemos pasado todos y seguramente hemos cumplido ambos roles de acuerdo a lo que nos haya tocado vivir, es parte de este teatro en constante movimiento que denominamos vida.
Nos traiciona el amigo, la pareja, la empresa, el país, el cuerpo, el grupo, el partido, la institución, nuestros padres. Traicionamos también a todos los anteriores, porque si no lo hacemos de vez en cuando terminamos traicionándonos a nosotros, y allí sí se pone el asunto serio.
La pregunta entonces sería: Si yo, al no cumplir las expectativas de quien dice amarme, y además de quien me lo ha demostrado, lo o los traiciono… ¿De quién realmente será la responsabilidad?, ¿Del que me idealizó sin contar conmigo, o de quien no pudo complacer tan ajenas y elevadas expectativas? ¿Será que unas expectativas inhumanas se apoderan de nosotros cuando amamos o nos apasionamos por algo o alguien, nos dormimos en la confianza y dejamos que éstas descansen en el otro o lo otro sin ni siquiera preguntarle si es eso lo que está dispuesto a cumplir?
¿Será entonces que la traición es el componente humano que nos aterriza y nos saca de aquel paraíso donde nos montamos y encaramamos al otro en cualquier acto de amor?, ¿Será que toda traición, no es más que el producto de habernos dormidos en la confianza, de perder el alerta de la vida?
¿Será que seguiremos siendo permanentemente traicionados hasta tanto entendamos que lo humano transita por todo, bien lo mostremos o bien lo tengamos reprimido, y sólo desde allí se nos puede amar?
¿O es más sano mantener el amor de todos, aún pagando el precio de reprimir y anular lo que deseo o sueño?
Estas preguntas las dejo como un simple ejercicio personal, donde usted, en componenda con su moral, ética y filosofía, podrá moverse. Pero no olvidemos que lo realmente importante es detenernos en el hecho traidor y revisar cuán leal, fiel y amigo soy de mí, ya más que en un acto de egoísmo, en uno de responsabilidad.
Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga