En días pasados, en una conversación de café con un colega, salió el tema de las deudas. Es difícil vivir, hoy en día, sin endeudarse; de hecho, algunos manejan la falsa creencia de que los que más tienen, son los que menos deudas tienen, y esto es completamente falso. Lo que sí marca la diferencia, es en el cómo vivimos las deudas; seguramente los que más tienen, guardan una confianza en que eso fluirá sí o sí, los que menos tienen, temen porque algo pase, no puedan pagar y se queden sin nada.

La persona con quien me tomaba el café, a propósito del tema me comenta: -«Me llama la atención que últimamente ha llegado a mi consulta pura gente ahogada en deudas, y como no soy ni banquero, ni economista, sino psicoterapeuta, me puse a ver qué me estaba diciendo a mí la vida con esta oleada de gente raptada por los pagos. Pues llevo un mes de trabajo intenso conmigo porque he descubierto lo muy endeudado que yo también, estaba con la vida». El tema me interesó mucho y le pedí que continuara: – «La vida, es un don, y tú dentro de él: haces, deshaces, quitas y pones. En mi caso, he tenido muchos sueños, de esos que sabes que te pertenecen y atesoras, y no los he cumplido, quizás por tiempo, porque me enredé con otras cosas, porque no encontré estímulo, o por cualquier etcétera; pero ahí estoy en deuda con la vida, con ese don. Fíjate»; y sacó, una lista de su billetera -«Carlos tú sabes, porque me conoces, como amo el mar, yo siempre quise hacer buceo, pesca submarina; pues la semana pasada me inscribí en un curso. Siempre quise dar conferencias, como tú, pues esta semana comienzo en uno de oratoria. Quise siempre conocer Asia, y cuando no era por dinero, a mi mujer no le interesa, o son muchas horas de vuelo, o qué voy a hacer yo allá tan lejos; así que ya estoy estudiando un tour para mis próximas vacaciones para visitar Siria, de donde son mis abuelos. Es decir que en un mes, siento que me conecté con algo en lo que estaba totalmente desconectado, y al igual que cuando uno está endeudado, por algo que, ni siquiera te acuerdas, y que no terminas de pagar nunca. Y si vieras a mis pacientes, revisando sus deudas con la vida. La vida nos dio posibilidades, al nosotros darle la espalda a lo que soñamos, con o sin razón, correctamente o no, dejamos ese hueco que se nos convierte en deuda. ¿Y qué es una deuda en un presupuesto económico? Un hueco.

Y como, ya a mis casi sesenta años, he aprendido que nada está aislado, la vida se cose con una misma puntada».

Ahí les dejo eso.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga