Realmente, creo que no hay seres buenos o malos, como muchas veces he expresado; donde hay maldad, hay bondad, y viceversa, así funciona lo humano.

Un ser se vuelve malo, entendiendo por esto, no una postura moral, o un enjuiciamiento per se; sino que se vuelve capaz de sacar lo más oscuro, lo menos pensado y previsto de él, sólo cuando se siente amenazado. Por lo tanto, nosotros, gente criada para básicamente ser buena, nos volvemos malos, en aquellas ocasiones, circunstancias y situaciones, en las que nos sintamos amenazados.

Si recorremos, con cierto guiño objetivo, aquello que constituye nuestra realidad cotidiana, podríamos quedar perplejos al descubrir que todas las estructuras que deseamos, y sufrimos para montar en nuestras vidas; sobreviven y se perpetúan, gracias a ser altamente amenazantes.

Si nos detenemos en áreas tan anheladas y difíciles de definir como LA SEGURIDAD, notaremos que en su apareo con el ÉXITO, nos han dado una cantidad de hijos que nos mantienen en una perenne amenaza. Veamos algunos de ellos, por ejemplo LA PERFECCION, este deseo, muy compulsivo, por cierto, nos pone siempre en la amenaza permanente de que nada es suficientemente perfecto, o de que algo habrá más perfecto que lo que hacemos u obtenemos. Me acuerdo haber oído en mi infancia, por parte de mi familia, decirnos frases como ésta: «Usted podrá ser barrendero, pero sea el mejor». ¿Se imaginan el peso que tiene esta dulce y bien intencionada frase, viniendo de la boca de un adulto con autoridad? Significa cargar siempre con la amenaza de ser el mejor, y allí nos preguntaríamos: -«¿Y qué es ser el mejor, cómo se logra, qué parámetros utilizamos?»

Volvamos a la seguridad, ¿cómo se logra, cuánto dinero, poder, prestigio, necesitas para sentirla e instalarla en nosotros? Porque una vez que la tenemos, comienza la amenaza para mantenerla y reforzarla, sintiendo que existe un mundo, una vida y un tiempo que conspirarán para quitárnosla.

Otro aspecto, podría ser el amor, como lo vivimos actualmente, en una cultura de gente bella, joven y exitosa que quiere, por encima de todo, gustar. Entonces, ¿dónde instalamos la seguridad del amor, o de la pareja, bien sea en fidelidad, seguridad del sentir, etc.?

Por todo esto, nos vamos empujando desesperadamente, sintiendo que, alguien o muchos, nos quitan nuestras oportunidades, y somos capaces, a veces, de terminar haciendo cosas, que nunca nos hubiéramos imaginado hacer, es decir, nos volvemos malos; bellos, seguros, exitosos, estables, pero MALOS.

La posibilidad sería, detenernos y preguntarnos: -«¿Y esta carrera desenfrenada, es persiguiendo a quién o qué?» Y saber que todos esos valores, que nos venden a precio de oro, primero hay que instalárnoslos dentro, porque afuera se terminan convirtiendo en nuestras peores pesadillas.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga