Esta semana que termina hoy será inolvidable para mí. De mucho trabajo, de gran intensidad emocional y de un enorme agradecimiento, en principio a Dios porque todo lo que hacemos y creamos transita siempre por un frágil sendero de lo humano que sólo está en sus manos. A la vida con todos sus elementos que nos hace concientes de lo vivido y sobre todo, de lo aprendido. A mis equipos de trabajo, el de siempre que entre dimes y diretes, siempre está ahí cumpliendo y haciéndolo correctamente, y a los nuevos, ahora con músicos, directores escénicos, cantantes y nuevos elementos artísticos llenos de sensibilidad que me permitieron asomarme a nuevas ventanas del mundo del espectáculo. Y por supuesto a ustedes para quienes creo, expongo, y me permito entregarme en el siempre indescifrable mundo de la expresión y la reflexión para la vida.

Hoy domingo mientras escribo este artículo, siento haber retornado de un largo viaje, con el cansancio, la nostalgia, el recuerdo de los detalles y ese intento desesperado porque el alma termine de llegar a encontrarse con el cuerpo de una vez. Pero también con un sabor a “lo hecho” que no podría haber sido contado, sino vivido. Con gotas de adrenalina todavía chorreadas por el piso del alma y ese olor a pánico que se siente antes de salir a escena, con el ruido de instrumentos convirtiéndose en sonidos y el corri-corri que nadie ve pero que existe detrás de un escenario.

Así mismo, el Jueves 19 bauticé, ante más de doscientas personas, mi nuevo audio libro LAS TRES C DE LOS NUEVOS TIEMPOS; CAOS, CRISIS Y CONFLICTO, allí recibí ese apoyo incondicional de mis consecuentes escuchas de lunes a lunes, de amigos y allegados, fue una jornada extenuante pero rica en sensaciones, realmente no sé si son todos los públicos, pero el mío, en particular, quizás sin saberlo, tiene ese don mágico de saberme decir: “Aquí estamos, sigue caminando que estamos contigo”,y mi corazón lo acusa en un abrazo lleno de afectividad, así que esa noche del jueves sirvió de impulso emocional para la noche del Sábado en YO LO CANTO Y ÉL LO CUENTA, cuando todo se salió de mis expectativas, donde entre luces intensas, lírica hecha canción y un aforo encendido de gente sensible, corroboré, una vez más que estoy donde debo estar, haciendo lo que me apasiona, con un grupo que se siente feliz apoyándome, y un público que recibe un manjar, no sé si bueno, pero sí muy honesto y sensible.

A todos gracias, mil gracias y,

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga