Quizás no sea éste el tema más agradable, o más auspiciador, pero creo que en él se esconde un tesoro digno de ser encontrado y valorado. Lo precario es ese lado difícil que esconde lo fácil, lo divertido, lo que nos apasiona, lo que nos mueve a algo. Dentro de la dualidad que todo lo vivo posee, lo precario forma parte de una de esas polaridades, y verlo con claridad, nos pone en una valoración real y humana a todo lo que hacemos.

También lo precario está en esas heridas que todos llevamos, expresa o tácitamente, en nuestro caminar por la vida y son ellas las que también nos mueven a suturarlas con algo que asuma la luminosidad del logro que sólo la precariedad, vista, entre otras maneras como el dolor, la rabia, la sensación de dificultad y hasta de injusticia que todos tomamos ante aquel sector de nuestra vida que no vino completo, o que nos resulta difícil resolver o ignorar.

En una oportunidad, estaba yo dando una conferencia, habían trecientas personas, y por esas cosas de la sintonía, por algo que conté se destapó una de risas que aproveché y seguí; antes de dar la pausa, sentí la necesidad de dejarlos con una reflexión que hacía rato pululaba dentro de mí, y terminé diciendo: -«Creo que la risa es maravillosa, y la hemos aprovechado mucho hoy, pero quien nos regaló esta risa, seguro ha sido quien realmente nos trajo de la mano hasta aquí, hasta este recinto, quien nos motivó a pagar la entrada, y a escuchar con atención, y eso, seguro fue una tristeza, una pena, algo que se nos ha vuelto cuesta arriba, es decir nuestra parte más precaria. La otra, la luminosa, la fácil, la dada, esa nos da cosas maravillosas y disfrutables, pero la precaria nos lleva de la mano a donde la luminosa no le interesaría entrar. Reflexionen acerca de esto y con el café o lo que se tomen, brinden por su parte precaria».

Cuando toco este tema mucha gente se rebela y se siente mal, entonces yo les tengo que hablar de lo mío para que entiendan a qué me refiero. Hoy en día yo, puedo decir, con orgullo que todo lo que hago me apasiona y, además lo hago en las más favorables condiciones; lograrlo, me ha costado más de quince años de trabajo, pero para que todo lo que haga, tenga una ponderación humana de mi parte, debo comprobar que todo esto, también posee su lado precario. Por ejemplo, estoy permanentemente viajando, eso me gusta, pero llega un punto, donde un aeropuerto, un hotel, por muy bueno que éstos sean, no sustituyen jamás a mi hogar. Me apasiona dar charlas e interactuar con los otros, pero como tengo comprometida mi agenda casi con un año de antelación, hay momentos cuando, por situaciones personales, preferiría cualquier cosa que enfrentarme al público, y eso, y muchas otras cosas, hacen énfasis en lo difícil, lo pesado, y es allí donde, al ver el lado duro, inmediatamente hacemos equilibrio y le damos el sentido humano aquello que tanto nos gusta.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga