En una charla reciente, un participante me dijo que por qué no resumía un poco las reflexiones hechas acerca de los nuevos pensamientos planteados en cada uno de mis temas, y me pareció una muy oportuna su propuesta. Debo aclarar que no propongo esto como verdades, simplemente son proposiciones para reflexionar y someter a vuestra consideración.

LA VIDA NO ES PARA TRIUNFARLA, ES PARA VIVIRLA.

Esta cultura triunfalista, nos ha puesto a correr hacia una cosa que se llama éxito, triunfo, logro, y nadie sabe muy bien de qué se trata, y lo peor, menos sabemos si eso es lo que nos interesa en la vida, y si contiene nuestros más legítimos sueños. ¿Se imaginan el desgaste que hay cuando nos sentimos irremediablemente arrastrados a triunfar, llámese ser número uno, ser el mejor, y no tener límites? Tres puntos que nos alejan de nuestro sentir más legítimo, de nuestras cosas más sagradas y de lo verdaderamente trascendente en nosotros. ¿Se imaginan la frustración de aquellos cientos que no lo logran, por lo menos, no en las condiciones impuestas, que sienten que perdieron el tiempo y que no se sentirán nunca capaces, amados, y aprobados por el colectivo? ¿Sirve de algo el alumno que por llevarse las mejores notas y ser el número uno, nunca se integró al grupo, que no participó en esas actividades, supuestamente inútiles, que dibujan una sonrisa en el rostro y que se nos quedan tatuadas en el corazón? Y sólo para no perder el aplauso y la etiqueta que pesará toda la vida que dice: SOY EL MEJOR.

Con esto no propongo la mediocridad, simplemente apuesto a la risa, al error, a la equivocación, a la vivencia intensa de lo que nos gusta, disfrutando mucho más el viaje que el destino de lo alcanzado. Es un volver a lo humano, a lo que somos. Porque, al final, cuando la irremediable señora del final nos llame, sólo nos llevaremos el equipaje de lo vivido.

Otro pensamiento muy esgrimido en mis conferencias es: LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE DE LA VIDA LLEVA TES ELEMENTOS: en algún momento duele, lleva dificultad y tiene proceso.

En esta cultura Light, donde parece que el colectivo nos gritara: no sufras, no padezcas, que no nos duela, opta sólo por lo fácil, no te pongas intenso, no pierdas tiempo en eso. Es importante recordar qué es lo realmente importante, llamando así aquello que marca nuestra vida, eso que no borra el tiempo ni el espacio, ni las nuevas vivencias. Aquello que, por trascendente, significó ese golpe de timón que enrumbó nuestra nave en pos a algo parecido a nosotros y que, en algún momento, sabremos que era perfecto, siempre llevará estos tres elementos.

Quizás para una mujer, parir sea de las cosas más trascendentes, y una gestación y nacimiento llevan estos tres elementos, también el enamorarse, el hacer pareja, el querer a alguien, el poner límites, el crecer, etc.

Sería sólo que nos detuviéramos en lo que para nosotros es realmente importante y allí aparecerán: el dolor, el proceso y la dificultad.

Seguiré trayéndoles estos pensamientos para que juntos sigamos el camino de la reflexión, en posteriores artículos.

Hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga