Aprender algo, es mucho más que saberlo, sentirlo, repetirlo o hacerlo. Cuando aprendemos, tomamos para nosotros la esencia y la hacemos vida, la trascendemos, la volvemos fiesta y la sentimos fácil, a la mano, sencilla y siempre a nuestro alcance.
Nuestra cultura, nos ha enseñado a saber, a conocer, y no necesariamente a aprender, me cuento entre los seres que muchas veces me he sentido preso de lo que sé o conozco, creándome un sin fin de dificultades para llevar esa esencia a otras áreas de la vida, poetizarlo, hacerlo vida en mí, y sobre todo, dejarlo maleable para cambiarlo ante el paso del tiempo y de los inevitables de la vida.
En base a esto, se nos dijo que: «La letra entra con sangre», y tenemos la idea que la rigidez, la fuerza de carácter, la intransigencia y a veces, la inmovilidad, son normas importantes para enseñar o para hacernos sentir que sabemos más y por eso, solo por eso, enseñamos. El resultado de esto, ha sido millones de alumnos que solo saben algo, pero no los saques de eso, porque los pierdes, personas que se agarran a verdades y las petrifican en sus corazones lo que va, a su vez, petrificando también el corazón, inteligencias que solo se miden por libros leídos o títulos otorgados.
Perdimos entonces, las capacidades que realmente nos permiten asirnos a lo que verdaderamente podría importarnos como lo son: escuchar, observar, sentir, empatizar, identificar, equilibrar; todo esto, lo esta gritando una cultura y un mundo, donde el saber sin sabor, nos ha llevado la venganza, al odio.
Nuestros lideres, suponemos llenos de conocimientos, más de muy poca sabiduría, reaccionan solo desde donde, y con quien se unen ahora, nunca desde la difícil necesidad del sentir de un alma colectiva que quiere algo, necesita algo, pero es posible, no sepa como decirlo o gritarlo, traducido al lenguaje del conocimiento, sino al del APRENDIZAJE.
Vemos a los líderes del país y del mundo, y ninguno nos conmueve, ninguno hace que mi alma se regocije en una misma voz, en ese hilo invisible que hace de mi voz un coro y de mi clamor, una esperanza. Todos hablan llenos de palabras, que se oyen pero no se escuchan, y esto es, porque se dicen pero no se sienten.
Por todo esto, nuestro APRENDIZAJE ahora es imperioso, y la emoción que siempre se impone en estos casos es el dolor. Voltea al mundo, a la gente, a los países, a las culturas, y veras: dolor, dolor, y el aprendizaje entonces, llega muy lento, muy incomprensible, lleno de dudas y de juicios.
En días pasado, leía algunas crónicas de los maestros griegos y me tropecé con una de Platón, que alguna vez comente en los mensajes de esta pagina; decía el cronista que cuando Platón notaba que algún alumno lo dejaba de amar (en el sentido de admiración y rendición), este lo devolvía a sus padres, pues se negaba a ser mentor de quien no lo amara. Esto, era debido a que quien no ama, decía, bien podría grabar algo, conocer algo, y hasta saber algo, pero nunca aprender, porque aprender es SOLO CONSECUENCIA DEL AMOR.
Quizás nuestra vida, nuestro mundo, nuestras relaciones nos están gritando en cada conflicto, en cada traición, en cada situación que no entendemos, que simplemente: VOLVAMOS AL AMOR.
Los quiero, hasta la próxima sonrisa.
Carlos Fraga