Cuando por pánico a perder el poder, rechazamos la vulnerabilidad, la fragilidad y lo doloroso de nuestras heridas, vamos perdiendo contacto con una parte fértil y muy necesaria para respirar en lo humano, y desarrollar así auténticas defensas y no un sistema de blindaje, donde el verdadero amor no halla por donde colarse.

María Carola me pregunta:
– «Carlos, soy una mujer de treinta y seis años, atractiva, profesional, dueña de mi propia empresa, con dos bellos hijos producto de un fracaso que tuve con un bueno para nada con quien, muy joven, cometí el error de casarme. Hoy lo tengo todo, soy fuerte, velo por mi familia, soy el sostén afectivo y económico de todos en mi casa. Ahora, luego de oir tus cd’s, he concientizado lo sola que me encuentro, llevo más de doce años sin nadie importante, lo que atraigo son vagos, o gente que pica y huye; me declaro harta de todo este castillo que construí, en el cual me encuentro tristemente presa. ¿Me puedes dar una luz en esto?».

En principio, sufres el drama de un elevado número de mujeres contemporáneas, producto de una cultura que les anestesió las heridas y las blindó emocionalmente; haciéndolas fuertes pero sin real fortaleza. Eficientes pero sin estímulo, poderosas pero muy desoladas.

Acerca de esto habría mucho que escribir pero voy a tratar de resumir el cómo hacer. A este tipo de mujeres, sólo por darles una clasificación didáctica, las he llamado 4×4, y surgen, casi siempre de las siguientes condiciones:
a)De una madre que se siente una víctima del hombre y no hace más que quejarse de ellos.
b) De una necesidad inconsciente de vengar a esa madre en todos los hombres que pudieran acercarse. Lo que las termina convirtiendo en «heroínas vengadoras» Así, se hacen necesarias para todos, pero nadie realmente las considera en lo que padecen.
c) De un padre ausente (aunque a veces esté ahí) que hay que salir a buscar a ver si ella sí lo transforma, llevándose siempre un gran chasco y una profunda frustración.
d) De un soñar con un amor de príncipes lleno de romance y superficialidades, para terminar reafirmando que el amor no existe o a ella no le tocó.

Te enumero las condiciones para que comprendas cuál fue el modus operandi, sólo cuando lo haces consciente y dejas que tus heridas y el dolor producido tomen su lugar en ti, será cuando estés lista para desarmar el juego, en este caso, el vehículo que construiste para defenderte.

Es un trabajo largo y quizás doloroso, pero poco a poco verás la luz y lo ratificarás en lo que y en quienes atraes ahora a tu vida.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga