Si bien, gracias a las muchas y distintas interpretaciones del Calendario Maya, nos sentimos a veces, aterrados ante el final de todo, es necesario detenernos, en virtud de hacer de este tema algo serio y beneficioso para todos.

Estoy claramente convencido de que necesitamos del final de esto que hasta hoy vivimos, si nos adentramos en: los gobiernos, instituciones, comunicaciones, desmanes, individualidad, inmediatez, inconsciencia, poca sensibilidad por el otro, etc. Hemos llegado al final de algo, y todo esto enumerado, está dentro de cada uno, bien en la luz o muy resguardado en la sombra, pero está, de otra manera no nos hubiera afectado como lo ha hecho, y prueba de ello es cómo hemos destruido esta nave que nos contiene como lo es la Madre Tierra. Por lo tanto, asumamos nuestra parte, y preparémonos para el gran cambio.

¿Cómo será? Eso aún no lo sabemos y creo que tampoco lo sabremos, lo que sí es cierto es que ya se está dando, aún cuando lo globalizado de la información no lo deje ver claramente.

¿Qué podemos hacer? Muchas cosas. Lo primero es re-entender ciertas banderas que hemos enarbolado, a veces con gran inconciencia. Por ejemplo, convertirnos en seres realmente ecológicos, y esto no se refiere solamente al planeta verde o los delfines, o las ballenas, no. Se refiere a que ECO viene de casa, y la casa que realmente necesita de cambios radicales es nuestro ser. Es un trabajo lento y cuidadoso, es acercarnos más a lo que realmente somos, a lo que sentimos, respetarlo, volvernos leales a eso, entender que la única relación importante de la que no nos podremos separar hasta el último suspiro es nuestra relación con nosotros.

¿Cómo hacerlo? Rescatar cosas básicas que hemos pisoteado e ignorado: el silencio, la expresión amorosa, la contemplación, asomarnos a nuestras oscuridades, saber que albergamos todo aquello que somos capaces de percibir, bien sea en la luz o en la sombra. Dejar de tratar de hacerlo bien, para realmente hacerlo. Y lo que es más importante; dejar de existir, para asumir el vivir. Volver a conjugar verbos olvidados: perdonar, sentir, asumir, fracasar, amar, detenerse, rendirse, responsabilizarse. Entender que la vida no es para triunfarla, simplemente es para vivirla.

En todo lo anterior, está lo que he llamado el trabajo del amor; es diario, es a cada minuto, es una constante que nos lleve a centro de lo que somos.

Como la vida todo lo compensa, en medio de sentir una profunda destrucción, también somos testigos de una eclosión de movimientos, filosofías, creencias que buscan promover este trabajo: yoga, meditación, contemplación, terapias corporales, emocionales y vivenciales, etc. Aprovechémoslas y entreguémonos a ese final, para que, quizás sin darnos cuenta, entremos en el comienzo de un mundo definitivamente mejor que bien nos meremos, a juzgar por el trabajo realizado.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga