Bien sabido es que nos encontramos viviendo un momento de alta velocidad, eficiencia, éxito y triunfo. Palabras éstas que encienden en nosotros una serie de estímulos muy particulares, sobre todo el de mirar nuestra vida desde arriba y observar que falta mucho y que hemos hecho muy poco para sentirnos dueños de esos trofeos.

Pareciera que la vida tiene, en sí misma, un ritmo que nunca ha cambiado. El niño necesita una gestación de aproximados nueve meses para nacer, hacerlo antes, pone en peligro, tanto al niño como a la madre. Un polluelo, en su gestación golpea una y cientos de veces el cascarón con su blando pico para romperlo desde adentro, pero es inútil, pues sólo en el momento en que el pico endurece, es cuando de sólo tocarlo, se rompe. Así, la naturaleza se ha mostrado inalterable en su ritmo y tempo.

Entonces, ¿quién nos ha metido en esta ola gigante que parece amenazar con alcanzarnos si no corremos, acabando con todo, y sobre todo, con lo más preciado de la vida: nosotros? ¿Qué y quienes nos pusieron a abandonar lo más preciado y amado por atender a lo más efímero y superficial en el vivir? ¿Quiénes nos exigieron ser los mejores estudiantes, los más goleadores del equipo, los más líderes del grupo y los que más tenían, olvidando que la vida se hace del relax, la sonrisa y el amor a cada cosa que hacemos? ¿Quiénes nos empujaron a olvidarnos y pisotear al hoy, a la naturaleza como espejo de nosotros, persiguiendo un mañana inexistente?

No importa quién ni quienes, lo que sí es importante es detenernos, respirar, sonreír, observar lo que amamos y no verlo, escuchar lo que tenemos alrededor y no oírlo, ese es el trabajo que ahora nos toca para hacer desaparecer esa impresión de ansiedad que nos da esa ola que nos amenaza y esa sensación de insuficiencia que nos rapta a cada minuto.

¿Por dónde comenzar? Por ese aire que nos relaciona con la vida, que nos alimenta y que nos permite conectarnos: la respiración. Hoy, afortunadamente hay cientos de herramientas a la mano; métodos, técnicas, disciplinas orientales, etc. Pero todo debe partir de una decisión que sí es nuestra, y que tiene que resonar en cada órgano de nuestro cuerpo y en cada espacio de nuestro ser: LA VIDA ES AHORA Y AQUÍ ESTÁ.

Todo puede cambiar afuera si cambia en ti. En la medida que nuestra relación con nosotros nos permita abrazarnos, aliarnos, amigarnos, apoyarnos, amarnos, esto se convertirá en polo de atracción en los seres que nos rodean.

No temas, la vida es ahora y tú que me estás leyendo la tienes completa, abrázala.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga