Luego de haber revisado, en nuestra anterior entrega, la primera trampa descrita como: SACAR LOS HECHOS Y COSAS DE DIMENSION, es interesante que sigamos revisando otras trampas muy comunes.

La segunda trampa a la que me voy a referir, es aquella que: NOS LLEVA INMEDIATAMENTE AL PASADO. Aquí, ante cualquier hecho ocurrido, inmediatamente la mente que sólo busca entender y controlar, nos lleva a alguna experiencia pasada donde hayamos padecido y detona el miedo característico que nos mantiene en la no acción, a veces llegando a hacernos sentir paralizados de pánico, ya no por lo ocurrido, sino sobre todo por lo sufrido o sabido anteriormente.

Por ejemplo, son las 12 de la noche rodamos en un vehículo hacia nuestra casa, y éste comienza a mostrarnos una luz en el tablero y acto seguido emite ruidos extraños y va perdiendo fuerza, lo que nos lleva al hombrillo. En ese momento. Las imágenes referenciales son del pasado y siempre negativas, difíciles; lo que nos va haciendo entrar en el miedo a todo aquello que nos podría pasar, por lo tanto, nos convertimos en imanes de atracción de eso temido. Aquí la mente no se ha equivocado, pero nos está mandando imágenes y referencias muy paralizantes, cuando necesitamos valor y algo de riesgo para salir de esta desagradable circunstancia.

En ese momento, nos llegan estadísticas, recuerdos, historias que nos han contado, noticieros, etc. Todo para alterarnos y sacarnos del presente que sería una oportunidad. No nos llega, por ejemplo, alguna historia de alguien que haya salido airoso de tal situación, eso jamás, se nos agolpan imágenes donde todo lo peor puede sucedernos.

Ante esta tradicional trampa de la mente, habría que respirar, calmarse y traerse al aquí y ahora, al punto de lograr abrir esa ventana de posibilidades que podría pasar por, desde hacer una llamada clave o salir del auto y pedir ayuda, o simplemente quedarnos tranquilos hasta que venga la posible ayuda.

Mi mejor recomendación ante la posibilidad de quedar en manos de nuestra mente es detenerse y preguntarle a la mente:

– «¿Qué es lo peor que nos podría suceder en estas condiciones?»

Y dejar a la mente a que suelte el sinfín de imágenes, y tratarle de dar respuestas a cada una, por ejemplo:

Si llegan seres sospechosos, simplemente no abro el vidrio y toco corneta insistentemente.

Si llega alguna grúa le preguntaremos en cuánto nos lleva y reportamos a las autoridades la placa del vehículo remolcador, o le pedimos a alguien de nuestra familia o de confianza que nos espere a que lleguemos al destino, etc.

Simplemente consiste en quitarle el control a la mente que, como ya lo dijimos en el artículo anterior, buscará las formas de ser ella la que maneje el barco, impidiéndonos el verdadero y propicio resultado.
El trabajo consiste en ser nosotros dueños de nuestra mente, para ello es necesario, en principio, conocerla.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga