Ana María, una señora quien me reconoció en la cola de la caja de una tienda me comentaba, con la ilusión de quien consigue un depositario perfecto para su angustia, esta situación:

– «Yo no sé qué, ni cómo lo haces tú, pero lo que vivimos es un auténtico infierno. Yo ya no se qué hacer, estoy desesperada y lo peor es que no me puedo largar de este país».

La señora, de no más de treinta y cinco años, se me quedaba mirando como esperando un empuje para su discurso desesperado, el cual se frustró en el camino, ya no por pensar distinto, para nada, sino porque no es la realidad con la que yo decido convivir. Por lo tanto, esbocé una sonrisa de póker y seguí esperando mi turno para pagar.

Al salir, mi sorpresa fue grande al ver que Ana me esperaba en la puerta del establecimiento y ahora fue directa:

– «Carlos Fraga, ¿no me dejarás como una tonta con la palabra en la boca? Necesito algo de gasolina para poder continuar».

Respiré hondo y le dije:

– «Si bien esa realidad que describes, no sólo existe, sino que a veces aplasta, también se que paralelamente a ella. Hay cientos de realidades válidas, también reales y mucho más útiles para mí vivir. En este momento que tú sólo miras la mancha en el mantel, están naciendo niños, alguien le dijo a otro que lo amaba, miles de parejas hacen el amor riquísimo, un niño dice su primer «Mamá», una flor aparece en la rama de un árbol y todo, se da en este mismo momento. ¿Con cuál de éstas te casas, cuál usas de matriz para tu vivir, cuál le da sentido a tu vida, cuál te nutre de gasolina?»

Ella, un poco meditativa me respondió:

– «¿Y eso no te parece resignado, pasivo y conformista?»

Ante esto, decidí detenerme a darle mi argumento, o por lo menos el cómo lo vivo yo:

– «Amiga, en lo que a mí refiere, tengo una vida, seguramente igual que la tuya, llena de rutinas, sueños, esperanzas, gustos y disgustos. Si me nutro de la realidad que describes y la uso de matriz me seco, me paralizo o lucho desde lo previsible y lo reactivo, para siempre terminar recogiendo los vidrios de lo que quebré y hacer de la frustración mi testigo permanente. Soy partidario de mantener mi jardín personal impecable (Me refiero a relaciones, sueños, cuerpo, recreación, descanso, alimentación, etc.) Aquello que no me parezca, manteniendo mi PAZ INTERNA lo más intacta posible, lo denuncio, participo, comunico, etc. Pero ya no compro lo reactivo, lo espasmódico, ya no duermo con tres trenes a punto de chocar dentro de mí; con la única esperanza de irme y llevarme en la maleta este ramillete de horrores. El trabajo de amor en el vivir, es ese mantenerse en la realidad, activo, vibrante, lleno, sintiendo, desagradándose, pero sin nunca perder ese centro que es tu alimento de vida, para ti y los tuyos. ¡Manos a la obra!»

Ana, se quedó mirándome, ella estaba movida ante aquello que para mí, era y es real. Lo demás, simplemente es transitorio y veremos cómo lo transformamos. De eso se trata el trabajo del amor.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga