Un acuerdo es una decisión que incluye formas (de estar, resolver, interactuar o padecer) donde ambas partes aceptan y asumen lo que allí se suscribe.
De esta forma descrita parece muy consciente y claro, pero los acuerdos pueden ser expresos o tácitos. En los primeros; leo, escucho, propongo, cambio o acepto lo expuesto y firmo. El verdadero problema se nos viene cuando nos percatamos que en la vida, todo, léase bien, todo es un acuerdo, la mayoría de veces tácito que hacemos con lo que lamamos el ejercicio de vivir (con la vida, la familia, nuestros cuerpos, los que amamos, los que no amamos, con lo que queremos, con lo que no. Con amigos y enemigos, deudores y acreedores, con el país, con la realidad, con nuestra edad, con lo que sucede, con lo que planificamos, con el pasado, el futuro y este constante presente).
Los acuerdos están en plena fragua siempre, por eso ante lo que nos acontece, es importante revisar a qué acuerdo corresponde y qué acepté que ahora podría cambiar, si así lo decidiera.
Todo conflicto de relación humana corresponde a un incumplimiento de ese acuerdo que una de las partes asume como firmado.
Una amiga quien sufrió una inesperada infidelidad de su marido con una de sus amigas más cercanas, me decía:
…”pero cómo se le pudo ocurrir después de más de diez años, de una excelente relación, hacerme esto y acabar con todo ¿En qué estaba pensando?”.
Luego de consolarla le hice ver que aquí el problema era que él había roto un acuerdo muy importante y sagrado para ella y que era importante que así se lo hiciera ver a él cuando discutieran y tomaran cualquier decisión. Ella, incómoda, me decía que para qué, si eso era lo más lógico. Y yo le recordaba que esto era tan poco lógico que él, en una noche de copas, lo había violado, porque algo en él no lo tenía tan claro. Y más ahora, cuando estaba por las esquinas pidiéndole perdón.
Siempre les digo a las parejas y a las relaciones en general que ciertos acuerdos hay que, cada cierto tiempo, ponerlos a la luz y conversarlos. Noto como temas como: infidelidad, traición, cambios, goce, espacio propio, no se conversan. Y no para filosofar acerca de ellos, sino para al ventilarlos, revisar mis acuerdos conmigo y poder ser claros en los acuerdos que vamos tejiendo con los demás.
Los primeros y principales acuerdos son con nosotros mismos y ellos, determinan el resto.
Una enfermedad es una forma de ventilar un acuerdo tácito con la vida, de allí que existan seres que las superan, otros que se quedan en ellas o que simplemente sucumben. Todo esto lo conforman los acuerdos con nosotros mismos.
El problema de la vida no está en lo que nos suceda, sino en lo que hagamos con ello. Y el qué hacer, dependerá de esos acuerdos.
Una decisión es una revisión clara y consciente de un acuerdo, por eso vivir es una constante decisión.
Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga