Sin duda, me sumo a los miles de venezolanos que no aceptamos, ni toleramos más los hechos violentos diarios y consecutivos que parecen golpearnos a la cara, como señalándonos algo que tenemos que ver en nosotros y que estos sucesos de afuera, de tan estridentes, nos distraen, poniéndonos a gritar y a señalar sin piedad, a quienes enarbolan la bandera violenta, de tan poca razón que poseen.

Y es cierto, esto se nos ha vuelto una oleada, algo que parecía estar dormido y que despertó súbitamente dejándonos perplejos y aterrados. También es innegable que hay lenguajes, formas, símbolos y manifestaciones que invitan a ello.

En lo que a mí respecta, no me preocupan tanto los guapos y apoyados, menos los que exhiben su pequeñez en insultos y acusaciones, esos los ha habido siempre y gracias a Dios, aún son minoría. A mí me quita el sueño la mayoría que no asume la violencia como espada sino que pasivamente la va ejerciendo en su mejor andar y es aquí, donde sí podemos hacer algo y cambiar mucho.

¿Se han percatado de lo violento que es un pensamiento seguido de una acción como ésta: – «Yo me voy a atravesar aquí un minuto, porque lo mío es rapidito». O acaso, – «Ahí viene alguien, déjame cerrar el ascensor porque no me provoca compartirlo». O peor: – «Yo dejo esta basura, caja, etc. aquí, ya vendrá alguien y la recogerá». O – «Tengo que escribir este mensajito, que se esperen y dejen el apuro»?

En las relaciones interpersonales y de pareja, uno de los actos más agresivos y de total violencia es ignorar al otro. Aquí, la violencia es pasiva, no le hace falta el grito, menos el maltrato físico; sin embargo no podría especificar qué es más dañino, pero igual es muy violento y seguramente, en esto último, el que más y el que menos cae y ha caído más de una vez.

Así que si aquellos que no tenemos más que ganas de que las cosas cambien, de engendrar un poco más de paz, comencemos por donde únicamente podemos y por aquello que, sin duda, marcaremos una diferencia. Entonces, con la consciencia tranquila cualquier protesta se vuelve coherente y tiene un efecto seguro.

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga