Hablar del agradecimiento como respuesta al vivir, puede marcar una pauta fundamental para una auténtica calidad de vida interior. Cuando el ejercicio diario del agradecer lo vamos haciendo vida y se codifica como una forma de vivir, cada una de nuestras experiencias se nos mostrarán llenas de riquezas insospechadas y nos permitirá el hallazgo más importante y difícil; poder percibir la luz ante lo que se nos muestra oscuro.

Agradecer se nos aparece como palabra (idea, concepto) que se transformará en verbo (acción) y nos llevará a la inevitable reflexión (detenerse, conectarse y volver a ver lo sucedido). Este periplo que se va haciendo sangre en quien realiza el trabajo, quizás sea de las cosas más lumínicas en un vivir desde la conciencia.

Haciendo un programa de radio acerca de este tema, al finalizar me llegó un tuit de una dama que me parece digno destacar:

– «Carlos ¿cómo rayos puedo agradecer si en este país ni siquiera consigo toallas sanitarias cuando tengo la menstruación? No puedo».

Esta expresión, humana por demás, es quizás la respuesta que cualquiera de nosotros daríamos ante hechos desagradables en la cotidianidad. Sin embargo, dejarnos arrastrar por esta experiencia simplemente, nos deja de la mano de ella y su consecuente rabia, impotencia y frustración, dejándonos como náufragos en una isla árida y desierta. Si bien son válidas la queja, la denuncia y la protesta, ante estas situaciones, hay un mundo todavía por descubrir.

Cuando el agradecimiento está bien sustentado en nosotros, dejamos nuestro deber ciudadano en el lugar que corresponde, pero no entramos en el mar oscuro y denso de sentirnos víctimas impotentes. Es allí, cuando dejamos salir nuestro pesar, rabia, etc., cuando acude el hábito de agradecer a nuestro auxilio y nos abre una ventana de luz que manteníamos cerrada.

Así, cuando esta dama del twitter se pueda detener en tan sólo dos cosas básicas que está viva y le baja regularmente su menstruación; en ese detenerse ante la luz, hay algo que se aquieta, no se conforma. Algo se descubre que no anula la realidad vivida, simplemente la llena de otra energía, quizás para pensar en estrategias más eficientes para esa queja o denuncia que el simple hecho de quedarse en una rabia que no repercute, ni dentro, ni afuera de ella, en nada constructivo.

Mi propuesta jamás pretende la pasividad, simplemente propongo el encuentro con algo más sabio, más mesurado que me permita mirar lo que las pasiones no dejan ver, pues nos ahogamos fácilmente en ellas.

Si somos seres vibratorios, y esto no es un hallazgo esotérico, tiene todo un basamento científico que nos aporta la Física Cuántica, el agradecimiento como forma, posee un alto nivel vibratorio que nos favorece en todos los campos del vivir.

Como todo, representa un desafío que a su vez, conlleva un trabajo diario y permanente. Y cabe destacar que esta realidad que nos toca vivir; dura y compleja, se convierte también en un gimnasio de alta competencia para lograr esos objetivos que redunden en una auténtica sonrisa de corazón. ¡Manos a la obra!

Hasta la próxima sonrisa:
Carlos Fraga